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Alrededor de las siete de la tarde recibí la mala noticia, "muy mala, malísima noticia" según mi interlocutor e informante de la desgracia: "Don Pep a mort"; podéis imaginar la sorpresa y el impacto de la misma. ¡No es posible!
Ahora tras unas horas desde el óbito, vienen a mi recuerdo aquella conversación que mantuvimos don Pep, Raúl y yo en la sacristía, aquellas palabras sobre su conciencia de vivir de prestado todos aquellos meses desde que se le descubriera el mal que le había enviado como prueba Nuestro Señor, lo claro que lo tenia y la tranquilidad con que lo asumía, pero ya veis, no fue ello lo que le llevo al lado del Señor.
Tampoco habían transcurrido muchas horas desde nuestra última conversación en el despacho parroquial sobre los planes futuros de nuestra cofradía, que a la vez había hecho suya. Su preocupación sobre como habíamos visto nuestra primeriza participación, la opinión sobre ello, como hablamos de futuros planes para la Mare de Dèu de la Salut, para la festividad de San Miguel y todos los actos, o aquellos sobre las obras de mantenimiento de la Iglesia Parroquial, o los más lejanos en los que estábamos poniendo los cimientos para tareas más utópicas, léase el Museo Parroquial o la investigación sobre las antiguas cofradias de San Miguel.
Todo ello se paro de forma brusca alrededor de las seis de la tarde, cuando se preparaba para ejercer su oficio sacerdotal como cada día.
Desde estas modestas palabras, creo hablar en nombre de todos los cofrades que hemos tenido el honor de conocerle, y de saber que no sólo nos abrió las puertas de la Parroquia, lo más importante, nos abrió su corazón y nos acogió entre sus brazos. Nunca sabremos que pasos dio para que lleguemos a ser lo que deseamos: la Cofradia de San Miguel, si podremos agradecerle todo su apoyo y todos aquellos "trabajillos" con los que nos obsequiaba cuando participábamos en los cultos de la Parroquia. "Gracies don Pep".
Queda al aire un "berenar de germanor" don Pep. Dios quiera que algún día sentados todos a la diestra de Nuestro Señor Dios Padre, podamos cancelar dicha deuda, mientras tanto reciba nuestra gratitud por todo lo que nos permitió realizar y disfrutar en este corto espacio de tiempo que hemos podido disfrutar de su bondad.
"Al cel sia don Pep".
Tomeu C. Moragues i Jordà (President de la Confraria de San Miquel)